Nuevos Procedimientos de Seguridad
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*UCV Vigilantes*En breves minutos algunos datos sobre los nuevos procedimientos de seguridad entre los Vigilantes de la UCV, un simple gesto de tomar una foto se convierte en un delito frente a la legalidad UCVista
La casa llevada por las sombras que decía vencer...
Ayer nos sucedió, a dos amigos y a mí, algo sumamente curioso. Y si
digo curioso es porque quisiera después de esto pensar que hay que
indagar, investigar, asumir una actitud de detective ante tal acto de
barbarismo ocurrido en una Universidad de nuestro país. Nada menos y
nada más que en la Universidad Central de Venezuela. Después de haber
comido mi respectivo menú Estudiantil en el cafetín de Faces, o sea, a
eso de las 2.30 pm, me senté a reposar y a fumarme un cigarro en la loma
del bosque, esa donde está la estatua conocida como “La llorona”
(quizás sólo podía ocurrir un acto así frente a una mujer, sentada,
llorando, como si con eso se mostrara que allí la justicia es ciega). A
unos minutos de estar sentada me llamó mi compañera de carrera, Karem
Fernandez, para decirme que estaba llegando a la universidad y que se
reuniría con su tutora académica a las 3.30 pm, y que si nos podíamos
encontrar para hablar un rato sobre los trámites para la defensa de
nuestra tesis. Le dije que nos encontráramos en el sitio donde estaba
sentada; a los pocos minutos llegó con su novio, Eduardo Rodríguez,
egresado de esa misma casa de estudios por la Escuela de Antropología.
Ambos se tomaban un batido de fruta, él de piña, ella de fresa.
Estuvimos hablando unos minutos, cuando los vigilantes, que suelen a esa
hora pedir los carnets estudiantiles a las personas que están por las
inmediaciones de la universidad, se acercaban a cada grupo. Les comento
que últimamente hacen eso todos los días, pero a las mismas personas les
exigen el carnet una y otra vez, y que además, tienen un tono muy
grosero y ofensivo para pedir el tan anhelado y único cartoncito
plastificado, el carnet. Les cuento que días antes, estaba yo, en esa
misma loma, acostada tomando una siesta, esperando a que se hiciera la
hora para entrar a clases, y uno de los vigilantes me despertó de una
patada para exigirme el carnet, yo entre el sueño y la rabia le dije que
era un grosero, que cómo me golpeaba para pedirme un carnet. Mientras
les contaba mi historia llegó uno de los vigilantes e hizo la pregunta
acostumbrada: ¿son parte de la comunidad universitaria? Respondimos que
sí, y el hombre nos pidió nuestra identificación, a lo que Karem se
adelantó diciéndole que ella tenía vencido el carnet, y luego Eduardo le
dijo que no lo tenía. El vigilante sin esperar que se le explicara más,
dijo: tienen que desalojar el área inmediatamente. Entonces, Eduardo,
como buen antropólogo, le preguntó al hombre que por qué se tenía que
ir, qué donde decía en el reglamento interno de la Universidad que tenía
que desalojar el área; el vigilante le respondió agresivamente que
había una notificación desde febrero que decía que esa medida de
seguridad estaba aprobada. Mi compañero le explica que tiene cuatro años
graduado de la Escuela de Antropología y que no sabía nada de esas
medidas, el vigilante le insiste en tono agresivo que si no tiene el
carnet se tiene que ir, entonces Eduardo saca el carnet de su trabajo y
el hombre le dice que allí eso no vale nada, y se le acerca en actitud
amenazante. Yo le pregunté al hombre si era policía, porque se acercó a
Eduardo, que al igual que Karem y yo estaba sentado en el piso, y
comenzó a alentarlo para que se levantara; Eduardo saca su teléfono
celular y se dispone a tomarle una foto al vigilante, cuando éste, de
una patada, le tira el celular al suelo, agarra por la camisa a Eduardo,
lo levanta y comienza a empujarlo para que se salga. Eduardo se negaba y
se aferraba con sus piernas para que el hombre no lo sacara. Comenzaron
a forcejear, pero de un momento a otro el vigilante pierde los estribos
y comienza a darle golpes, patadas, y hasta rasguños, lo tira el piso,
lo revuelca en el lodo que había por allí, y no le suelta la camisa. Tan
aferrado estaba el vigilante a la chemise de Eduardo que no hubo manera
de que lo soltara, ya para ese momento se habían aprestado en el lugar
unos seis u ocho vigilantes, y tres de ellos tomaban a Eduardo por la
barriga y lo jalaban para quitarle de encima al vigilante, pero éste no
lo soltaba; así que yo, entre gritos, tomé el jugo de fresa que había
quedado en el lugar donde estábamos sentados, y traté de echarle lo poco
que quedaba del jugo a los ojos del vigilante a ver si con esto lograba
que soltara a mi amigo. La fresa hizo su efecto (después de lo sucedido
pensé que era muy curioso una estudiante defendiéndose con fresas, es
así como nuestro súper-poder, eso me hizo recordar algunos versos de la
canción: STRAWBERRY FIELDS FOREVER). El hombre se asustó, soltó, por
fin, la camisa de Eduardo y se tocó en el cuello, donde había caído el
jugo, para ver que era la sustancia. Entonces les exijo a los vigilantes
que me llamen a una autoridad de la universidad, al jefe de ellos, o a
algún encargado. Éstos comienzan a injuriarme, a burlarse, a decirme que
me callara, muchos me insultaron, y hasta hicieron bromitas pesadas
cuando les dije que iba a buscar a una autoridad. No escribiré el
intercambio verbal que hubo entre ellos y nosotros, porque al final las
palabras se las lleva el viento y porque ese no es el propósito de este
texto. Después de eso subí al piso 1 del Rectorado y pedí hablar con una
persona encargada para poner la denuncia del caso. Salió una señora y
me dijo que esperara, a los minutos llegó Karem, y Eduardo que estaba y
se veía bastante mal: camisa y pantalón roto, hombro dislocado,
rasguños, moretones, y todo lleno de lodo. Cuando lo vieron nos hicieron
pasar a una pequeña sala, y nos pidieron que hiciéramos un informe de
lo que había sucedido, mientras esperábamos al Director de Seguridad.
Llegó acompañado con otro hombre, y después de relatarles el caso, nos
dijeron que teníamos que irnos de allí porque eso no le competía al
Rectorado, así que nos montaron en una camioneta y nos llevaron,
“supuestamente”, a la nueva sede de Dirección de Seguridad en el
edificio de Metalurgia, pero sólo nos hicieron sentar en unos bancos
enfrente del edificio. Llegaron los bomberos y le dieron “asistencia
médica” (le pusieron una venda en el brazo) a Eduardo. Luego nos dijeron
que el departamento legal ya no estaba trabajando y que no podíamos
hacer nada, que fuésemos al día siguiente a poner la denuncia.
Indignados, adoloridos, y apesadumbrados nos fuimos, mis amigos a buscar
asistencia médica a un CDI, yo a la clase que tenía y que ya iba
tarde.
He dejado pasar un día porque el shock de lo
sucedido me dejó atónita. No sabía qué pensar. Entonces, surgen en mí
unas cuantas preguntas y reflexiones acerca de este hecho. Primero: ¿qué
entienden las autoridades, y los vigilantes universitarios, por, “ser
parte de la comunidad universitaria? ¿Acaso un egresado deja de ser
parte de la comunidad universitaria? ¿Un ex alumno de esas aulas, que
pasó más de cinco años de su vida allí, no tiene derecho a sentarse a
tomar un jugo en los espacios abiertos de la universidad? Ahora bien,
¿qué autoriza a un vigilante a maltratar física y verbalmente a unos
profesionales que se están formando en dicha casa de estudio? Y por otro
lado, ¿sólo un carnet me acredita para estar en la universidad? ¿No
puede cualquier persona, de cualquier otra ciudad, e incluso de
cualquier otro país, visitar un Patrimonio de la Humanidad? Veo con
mucha tristeza e indignación que somos el micro-reflejo de un problema
que trasciende las fronteras de la “casa que vence las sombras”, un
problema que está en el alma de todos los humanos, la violencia ¿Cómo es
posible que ahora, yo, me sienta temerosa de ir a estudiar porque los
vigilantes me amenazaron con “entrarme a golpes”? y entonces otra
pregunta nace: ¿no se supone que los vigilantes son los encargados de
nuestra seguridad? Segundo: (y debí haber puesto esto de primero) una
Universidad es para los Estudiantes, nosotros somos el corazón de la
“casa que vence las sombras”, sin nosotros, ni profesores, ni obreros,
ni vigilantes tendrían nada qué hacer. Nosotros, el futuro germen, las
futuras semillas de una Nueva Nación, estamos formándonos en una
universidad que dice ser democrática, pluralista, e incluyente. ¿Y cómo
llamar, pues, este acto? Ciertamente se habían presentado hechos muy
desagradables con la venta y el consumo de drogas de personas que no
estudian allí. Pero por eso ¿van a quitarnos el derecho a los estudiante
de estar en los espacios abiertos de la universidad? ¿ vamos a permitir
que los vigilantes maltraten como se les da la gana a los estudiantes?
¡YA
BASTA! De que los estudiantes seamos agredidos en el comedor, en los
pasillos, en los espacios abiertos y en las oficinas administrativas por
parte del personal universitario. ¡YA BASTA! De que seamos el eslabón
más delgado de la cadena y tengamos que asumir una actitud pasiva por
miedo a que nos raspen las materias, nos expulsen o nos abran un
expediente.¡YA BASTA! De los atropellos, las mentiras, la falta de luz,
la falta de materiales para sacarnos el carnet, y/u otros documentos.
Esto por cierto es lo más curioso, ¡nos exigen un carnet que ni la misma
universidad es capaz de asegurarnos que saquemos cada año o nueva
inscripción!¡YA BASTA! De la violencia, del silencio mortífero a las
injusticias, como dijo Ghandi alguna vez: Lo más atroz de las cosas
malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.
Con
este texto sólo he querido poner de manifiesto mi indignación, mi
dolor, mi molestia, porque llevo seis años estudiando en esta
universidad -hasta puedo decir que desde que nací pertenezco a la
comunidad universitaria porque fue allí donde mire por vez primera, pues
nací en el Hospital Universitario de Caracas-, y no considero justo que
un vigilante a las 3 pm me saque so-pretexto de no tener un cartoncito
plastificado. Y ahora, ¿qué hacer? Si al Rectorado no le competen estos
actos, y si la Dirección de Seguridad sólo nos sentó en una banquito a
esperar que se hiciera más tarde y no levantaron informe alguno, ¿a
quién acudir? Nos tocará entonces lanzar el grito lastimero de todo
inocente, Oh! Y ahora ¿quién podrá defendernos? Y con eso esperar a que
un grillo colorado se apiade de nosotros y haga justicia.
Otros Casos a tomar en cuenta:
Ultimas Noticias: vigilantes de la ucv agredieron a un estudiante.
Ultimas Noticias: Reverol: 40% de vigilantes de UCV tiene prontuario
CUANDO CECILIA GARCIA AROCHA ABANDONE EL RECTORADO, Y LOS ESTUDIANTES OLVIDEN LA APATÍA Y SE ARMEN DE VALOR, ENTONCES LA SITUACIÓN PODRÍA EMPEZAR A MEJORAR, NO LES PARECE?
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